martes, 7 de julio de 2009

Eduardo Galeano, Espejos Una historia casi universal (fragmentos)

Escribir no

Unos cinco mil años antes de Champollion, el dios Thot viajó a Tebas y
ofreció a Thamus, rey de Egipto, el arte de escribir. Le explicó esos jeroglíficos, y
dijo que la escritura era el mejor remedio para curar la mala memoria y la poca
sabiduría.
El rey rechazó el regalo:
—¿Memoria? ¿Sabiduría? Este invento producirá olvido. La sabiduría está en la
verdad, no en su apariencia. No se puede recordar con memoria ajena. Los hombres
registrarán, pero no recordarán. Repetirán, pero no vivirán. Se enterarán de muchas
cosas, pero no conocerán ninguna.

Escribir sí

Ganesha es panzón, por lo mucho que le gustan los caramelos, y tiene
orejas y trompa de elefante. Pero escribe con manos de gente.
Él es maestro de iniciaciones, el que ayuda a que la gente empiece sus
obras. Sin él, nada en la India tendría comienzo. En el arte de la escritura, y en
todo lo demás, el comienzo es lo más importante. Cualquier principio es un
grandioso momento de la vida, enseña Ganesha, y las primeras palabras de una
carta o de un libro son tan fundadoras como los primeros ladrillos de una casa o
de un templo.

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